Translate this blog into your own language

sábado, 12 de mayo de 2012

Periodismo: valores irrenunciables

Sentado tras un escritorio lleno de papeles, una grabadora de voz, una agenda con números telefónicos y un teléfono que no para de sonar, se encuentra el periodista que acaba de llegar de la calle: de contrastar realidades y de encontrar una noticia. Su papel en la sociedad es una pieza fundamental. Él se encarga de llevar la información de lo que pasa y de lo que esa colectividad debe saber. Pero muy internamente, casi invisible ante los ojos de los demás, tiene al menos tres compromisos a los que debe ser fiel: a su profesión y a lo que éticamente le exige, a su público y a la empresa en la que trabaja.
Ese valor de ser fiel o “leal” como lo iguala el DRAE, lo adquiere el profesional del periodismo desde el mismo momento en el que reconoce sus deberes como comunicador social. La fidelidad debe ser un valor y un compromiso del que informa y genera la opinión pública, o como lo sintetiza el periodista argentino, Francisco A. Rizzuto, “el periodismo se ejerce con honra o no se ejerce”.  Uno de esos compromisos, el ético o deontológico, está fijado en ciertas reglas físicas: el código de ética del periodista de cada nación, o los reglamentos mundiales como el “Código Internacional de Ética Periodística UNESCO”.
Todos estos códigos en el área periodística contienen el principio de veracidad y lealtad que exige esta profesión. Por ejemplo, el realizado por la UNESCO en 1983 sostiene que “la tarea primordial del periodista es la de servir el derecho a una información verídica y auténtica…situando conscientemente los hechos en su contexto adecuado”. El periodista se enfrenta ante una realidad a la que debe acceder solamente a tomar impresiones y de ahí transmitir al público lo que sucede. Dentro de todo ese proceso, la lealtad a esos principios éticos debe estar siempre presente. Kapuscinski, lo sugiere en su obra Los cínicos no sirven para este oficio (2005), “debemos atenernos a ciertas reglas generales… ser éticamente correctos, por ejemplo, es una de las principales responsabilidades”.
El periodista que narra con veracidad, imparcialidad y atendiendo a la realidad está siendo fiel con su profesión y consigo mismo. Al contrario, si estos valores son obviados, la fidelidad se convierte en una palabra con prefijo: infidelidad. Aunque “el periodismo es el mejor oficio del mundo” según Gabriel García Márquez, ejercerlo siendo infiel a lo que la profesión exige pone en una cuerda floja la carrera del comunicador social.
Si bien es cierto que el periodista juega un papel fundamental en la sociedad, también es indiscutible que el público es una pieza primordial en la carrera del periodista. El profesional de esta área escribe para sus lectores, quienes creen en cada una de las palabras que el periodista emite, es decir, la audiencia le da un valor a la palabra, la voz, la “realidad” contada. En el ejercicio periodístico, se debe ser fiel a los principios éticos y morales para poder ser leal con el público. Así pues, cada uno de los compromisos profesionales se unen: la ética del periodista y la lealtad de escribir lo que realmente sucede, con la rectitud y respeto hacia el que lee esa información.
En palabras del ya citado autor Kapuscinski, “la selección de lo que tenéis que escribir está completamente reservada a vuestra intuición, a vuestro talento y a vuestros principios éticos”. El periodista puede ser ético y saber bien de cerca las reglas que debe cumplir, pero la fidelidad comienza a tener desequilibrios cuando se trata de la lealtad a la empresa donde trabaja. En esta profesión existen presiones hegemónicas que pretenden suplantar la ética por los intereses ideológicos de los jefes del medio. Es un sello que le marcan los directores a los periodistas: Tú vas a escribir sobre esto, y quiero que digas esto ¿Dónde quedan los principios éticos tan demandados por esas mismas empresas que controlan la información?
Todas las firmas en el área de la comunicación social tienen un manual de estilo por el que se deben guiar sus empleados. Es una especie de enumeración de los criterios que su personal debe tomar en cuenta a la hora de escribir ¿Qué debe hacer el periodista? Simplemente estudiar si su perfil profesional coincide con las políticas de la empresa. Al aceptar, está comprometiendo su ética profesional con la cadena informativa donde trabajará. Sin embargo, existe el “derecho del periodista a abstenerse de trabajar en contra de sus convicciones”, como lo establece la UNESCO. Pero si acepta esa “clausula de conciencia”, como le conocen en Europa, tiene entonces, por un lado, un compromiso de ser fiel a las políticas de la empresa, pero como se ha visto hasta ahora, en la carrera del comunicador social la fidelidad es recíproca.
Dice la periodista mexicana, Silvia González, en su obra El ejercicio del periodismo (2006), que en su país “algunas empresas informativas tienen bien definida su política editorial, pero otras llegan a sorprender al mismo periodista con sus virajes repentinos”. Este sería un acto de infidelidad de la empresa hacia el comunicador. Se viola en un principio el pacto firmado entre el periodista y la empresa, pero también se viola la ética profesional, a la par que se irrespeta el compromiso que tiene el que informa con su público.
El periodismo, como quedó establecido en líneas anteriores, es una carrera de fidelidad, de ética, y de un compromiso que es recíproco, que nunca es unipolar. Ejercerlo, requiere de valores y de un conocimiento sobre los diferentes instrumentos legales y de orden político. Estar detrás de un escritorio lleno de herramientas y artefactos, de sonidos de teléfonos y de agendas por doquier, no es únicamente lo que caracteriza a un periodista, más que eso, su rasgo más representativo es el uso diario de la lealtad como una herramienta inmutable de su vida profesional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios, aplausos o abucheos son recibidos. Al comentar colaboras con la mejora de mi formación profesional.