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viernes, 9 de diciembre de 2011

El beisbolista

Si alguien preguntara qué hace él en sus tiempos libres, habría que contestarle que practicar su deporte favorito es algo que con lluvia o con sol, él realiza diariamente. Su cara irradia una sonrisa cuando al colocarse su uniforme blanco y su gorra negra, pareciera que estuviera en la gloria. Se nota que es feliz. Cuando está en el campo de entrenamiento, todo comienza con una serie de movimientos que estiran cada uno de sus músculos.

Inicia con las piernas. Primero estira tal marcha militar una de ellas hacia el frente, e inmediatamente de haberla bajado impulsa con mucha más fuerza la otra. Comienza entonces, luego de veinte repeticiones, a subir y bajar ambas con un trote suave pero no lento que se mantiene entre el suelo y el aire. Esto tarda unos diez minutos. Ejercitada la parte baja de su cuerpo, comienza a mover la cintura como si estuviese metido en una licuadora. Sus caderas se desplazan de derecha a izquierda y de afuera hacia adentro. Cuando llega a la parte superior de su cuerpo, entrecruza sus muñecas y las sube hasta la nuca. Ahora, ya para finalizar su calentamiento inicial, con las manos tomadas una de la otra las eleva hacia arriba y repite unos doce movimientos cortos hacia al frente y otros quince largos.

Terminada ya la fase de estiramiento, se dirige hacia la parte trasera del campo de entrenamiento. Allí se coloca un objeto grande que perfectamente cabe en su mano izquierda. En su otra mano, la derecha, retiene una esfera blanca y lisa que luego lanzará hacia la altura máxima que le permita su fuerza. Cuando esta esfera está en la cúspide de las alturas, el beisbolista comienza a caminar de un lado a otro. Busca encontrar el lugar indicado para que la esfera aterrice en su mano izquierda.

Intenta varias veces el mismo despegue y aterrizaje, hasta que se dirige hacia un cuarto pequeño donde busca un palo largo cuya contextura va aumentando de abajo hacia arriba. Al salir al terreno, se ubica en la parte más próxima a las tribunas y colocando sus manos en la parte más delgada de ese palo, posiciona sus piernas flexionadas una más atrás que la otra y con movimientos giratorios leves en su cuerpo, espera que desde el centro del campo otro jugador, idénticamente vestido como él, le lance la esfera.

Cuando la esfera en su viaje por el aire está próxima a su lugar, impulsa sus brazos hacia la altura de su hombro y con fuerza realiza un fuerte movimiento que la eleva hacia la parte de atrás del estadio.

Durante su permanencia en el terreno de entrenamiento, sus mejillas realizan movimientos constantes al mismo tiempo que en su boca se pasea una goma flexible. Todos los días se dedica a hacer exactamente lo mismo y así se prepara para convertirse en el mejor beisbolista de la próxima temporada. Su pasión, a todas luces, es el béisbol.

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