E, es la firma de Eduardo Sánchez Rugeles en su correo electrónico. E, podría ser la primera letra de su nombre o simplemente un adjetivo. Propondría que fuese excelente escritor o emprendedor literario. Sin embargo, él, mi entrevistado, se autodefine como egoísta
Eduardo Sánchez Rugeles es una combinación de sarcasmo y de intelecto. Él mismo se reconoce como “un tipo profundamente inmaduro”. Sin embargo, aunque han sido 35 veranos e inviernos los que ha vivido desde 1977, pareciera que ha sabido aprovechar su inmadurez gracias a su talento como escritor de, al menos, cuatro éxitos literarios. Uno de ellos, la novela ganadora del Premio Iberoamericano de Literatura Arturo Uslar Pietri en la edición 2010, Blue Label o Etiqueta Azul.
Sánchez,
egresó de la UCAB con el título de Licenciado en Letras en 2003 y dos años más
tarde se graduó como Licenciado en Filosofía en la UCV. Sus obras Blue Label, Los desterrados, Transilvania
unplugged y Liubliana son el
resultado de su interés en escribir sobre el “asunto humano”. Para Eduardo, “el
desastre interior” de las personas es el que estimula su creatividad. Asegura que
desde niño ha sentido fascinación “por el legendario y nunca bien ponderado
arte de hacer botar la piedra”. Su pluma va botando tinta sarcástica, intensa,
jocosa, pero sobre todo, aunque envuelta en un lenguaje jovial, real. La contemporaneidad
está escrita en sus cuatro novelas: la vida de los caraqueños de clase media,
la de los jóvenes y no tan frescos, los problemas del matrimonio, la descomposición
de la familia, el deseo de irse del país, el sexo y sus problemas. Los tabúes
dejan de ser muros de contención y se convierten en ladrillos de 5 por 2.
Desterrado
de Venezuela, quizás viviendo el exilio que trata en cada una de sus novelas,
se encuentra establecido en la ciudad de Madrid, España, donde actualmente cursa estudios de Doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad
de Salamanca. “Ya no me acuerdo qué fue lo que vine a buscar”, dice el joven
escritor venezolano cuando se le cuestiona sobre su vida en ese país. “No sé
qué extraño pero extraño, no sé qué echo de menos pero echo de menos” expresa
Rugeles quien dice vivir en un lugar y tener la cabeza en otro.
“Si
hablamos en términos de calidad de vida, por supuesto, en España se vive mejor
que en Venezuela, incluso en medio de la actual crisis económica”
“Teclado y café”
Para
escribir, dice que más que rituales, tiene muchas manías. Eduardo sólo escribe
en las mañanas y ese proceso se extiende hasta mediodía. Sobre su escritorio,
una taza de café y el teclado. No desayuna.
“Al
trabajo matutino lo llamo rodaje y al vespertino lo defino como edición y
montaje”, expresa el escritor otorgándole nombres a sus procesos de redacción,
los cuales define en términos cinematográficos.
Cuando Eduardo comienza
a escribir una historia necesita visualizarla, mantenerla en su cabeza, creérsela
y conocer bien a sus personajes. “Nunca me he sentado a reflexionar sobre cómo
se da ese proceso. Solo puedo decir que, hasta la fecha, más allá de algunas
rarezas y manías, no tengo fetiches ni supersticiones”, devela el también Magister
en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Autónoma de Madrid.
Luego que se encuentra
inmerso en la redacción de su proyecto literario, indica que se empeña mucho en
pulir los bloques de texto, cambiar frases, suprimir adjetivos, rastrear redundancias,
en fin, realizar una labor de carpintería de lo que escribe. Una especie de in y out
de la información.
Piensa que más que un escritor famoso
es “un hombre con suerte”. Si se le cuestiona sobre lo que él considera que
hace a un gran escritor, responde palabra tras palabra: la lectura, la
autocrítica, la perseverancia, la humildad real (no la instrumental), la
disciplina, la curiosidad, la relectura. Esos valores y hábitos los ha venido practicando
desde el año 2010 cuando publicó su primera novela, lo que lo ha posicionado
como uno de los grandes autores de las letras venezolanas actuales.
Su
personalidad en páginas de novelas
Eduardo dice que no se parece a ninguno
de los personajes de sus novelas. Gabriel, es el protagonista de su última obra
Liubliana, publicada en el 2012 y ganadora
del primer lugar del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la
Cruz celebrado en México en 2011. “Gabriel, particularmente, me resulta un tipo
antipático. Tengo pocas afinidades con él”, dice el escritor. En su obra
Liubliana, indica que deja colar parte de su personalidad entre el grupo de
amigos del protagonista.
Con respecto a su primera novela Blue Label, dice tener mucha más empatía
con la protagonista, Eugenia Blanc. “Me gusta su desengaño, su pesimismo
romántico”. Su manera de escribir, sobre temas modernos y la vida de los
adolescentes lo hacen sentir, según él “como un carajito”.
Los
desterrados, Liubliana, Blue Label. Todas hablan de historias en las que los
personajes se van del país ¿Tiene eso que ver con tu propia situación?
Sí, el exilio es un
tema recurrente en mi obra literaria pero no creo que se trate de un fetiche.
El exilio venezolano contemporáneo, como fenómeno sociológico, está ahí. La
situación es visible. Las familias venezolanas, en su mayoría, han adaptado una
clara modalidad de diáspora. No es algo que me haya inventado. El asunto me
llama la atención y, por esa razón, procuro revolverlo y desglosarlo en las
historias que narro.
¿Has
encontrado en España lo que no encontraste en Venezuela?
El ritmo de vida en
Madrid es mucho menos frenético que en Caracas. Aquí olvidé, por ejemplo, la
trágica rutina del estrés. Caracas es caótica y anárquica. En ese sentido, la
vida cotidiana en España es mucho más relajada.
¿Qué
encontraste?
Si me preguntas por
alguna búsqueda existencial o trascendental no sabría qué decirte. Creo que, en
los últimos años, me he vuelto más pesimista, más oscuro. Me he convertido en
un absoluto desengañado. No sé si ese desengaño tenga que ver con la búsqueda a
la que haces alusión en tu pregunta.
¿Existe
Eugenia, Gabriel, Vadier o Alo?
No, todos son
personajes de ficción. Conozco a algunas personas que se parecen a ellos.
Muchos de mis personajes tienen un referente concreto en algún conocido pero la
peripecia, el mundo interior, el conflicto, pasan por el filtro de la ficción.
Luis y Eugenia, por ejemplo tienen un correlato real. Cuando imaginé la
historia, mis protagonistas tenían una cara pero eso es solo una estrategia, un
asunto de método. Todo lo que pasa en la novela es mera invención.
En
tu obra Liubliana hay una escena donde Gabriel tiene relaciones con una mujer
adepta a la ideología del Presidente Chávez ¿De dónde salió esa idea y qué
quisiste retratar en ese capítulo?
Un amigo cubano me
contó algo que le pasó durante un viaje de trabajo. En su caso, uno de los
protagonistas de la anécdota era el viejo Fidel. Su compañera de viaje le
expuso algunas de las bondades de la Revolución Cubana, él, en la intimidad,
tuvo un comportamiento parecido al de Gabriel Guerrero (el protagonista de la
novela). El relato original, en esencia, es bastante parecido a lo que describí
en la novela. Desde que ese pana me contó esa historia supe que tenía un gran
potencial literario.
Cara a cara con Eduardo Sánchez Rugeles
¿Un
defecto?
Egoísmo
Caracas
El Valle de Babel.
Redes
sociales
Un mal necesario (o
no).
¿Y
si te tienes que regresar a Venezuela?
De alguna forma, nunca me fui.
El
dinero
Siempre hace falta.
El
matrimonio
Una antigua tradición
social y religiosa.
El
7 de octubre de 2012 y Hugo Chávez
Otro día que vivirá en
la infamia.
¿Alguna
otra obra en camino?
Jezabel. Ediciones B,
Colección Vértigo, 2013.
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opinas sobre esta entrevista?
Está bien.
Magistral tu entrevista
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