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sábado, 29 de septiembre de 2012

Caracas: ascenso y descenso


No es como Ilan Chester dibujó el panorama en 1983. En estos días, ir desde Petare hasta la Pastora no es un hermoso recorrido con el que se contempla lo maravilloso de la montaña que decora a Caracas. Aunque está ahí, imponente y majestuoso, ese pulmón caraqueño –que ahora es un paciente en coma contaminado de tanto humo- es solamente bello si se está sobre él.

            Encender reproductor de sonido. Elegir tema: Caracas loca, Álbum: El desnudo, Autor: El prieto: “La cosa es tan delicada que ya plomearon a uno. Llegaste a Caracas loca, vívelo en carne viva. Cada día del año se pierden treinta vidas”. Detener audio, minuto 3:11.

            Aceleró el paso. Ingresó a la camionetica y empezó el recorrido. En la travesía, tres tipos de contaminaciones: mental, sónica y ambiental. Un tráfico desesperante, unas reglas que no se cumplen y unos peatones que no caminan por la acera. Gritos y bocinas, aguas estancadas, casas que poco a poco se caen, personas dormidas en las plazas, en fin, una Caracas loca, pero bella si se camina sobre el pulmón, si se libera del ruido y se descubre que desde arriba es mucho más saludable, mucho más hermosa.
           
            “En la parada, por favor” pronunció en lo que vio un anuncio que decía “Bienvenidos al Parque nacional El Ávila”. Aún sentía estrés en ese lugar. Inició el recorrido observando una flora impresionante, oyendo los cantares de unos pájaros que iban introduciendo un nuevo escenario, éste, más natural, más lleno de vida. El reproductor de sonido, esta vez, iba reseñando entre flores rojas y árboles gigantes, lo que Billo Frómeta dice en su pieza Sueño caraqueño (1964), segundo 0:04.
Han cambiado mi Caracas, compañero
Poco a poco se me ha ido mi ciudad
La han llenado de bonitos rascacielos
Y sus lindos techos rojos ya no están.
            La reflexión se apoderó del caraqueño mientras el bolero antaño seguía reproduciéndose: una especie de evaluación de su ciudad. En Caracas, para respirar aire libre, hay que ser atleta, y si no, hay que tener ganas de caminar sobre un cerro que aparte de impresionante es saludable. Nada se comparará con la Caracas de ayer, esa de los techos rojos, donde el tráfico no era un impedimento para visitar sus icónicos lugares. Ahora hay edificios, modernidad, hay más recreación, pero menos posibilidades de andar con tranquilidad por la calle. Hay delincuencia por doquier. Las calles se hicieron pequeñas para la cantidad de gente que transita por ellas. Hay aceleramiento en la vida cotidiana. No se valora el Ávila, ni el parque del Este, ni se cuidan los monumentos. Los cerros de noche enamoran pero en el día desilusionan. La belleza, por último, se puede observar desde arriba, en el Ávila.
            Aleatoriamente, como si se tratase de un sonido preestablecido para el lugar, comenzó a escucharse en su reproductor la voz de Johnny Quirós, Bella Caracas, (1958), minuto 2:12.
Bella Caracas
bajo tu cielo, tu luna y tu sol
todas las razas
buscan fortuna, lindura y amor
Caracas, ciudad hermosa
tú eres bella
Caracas, la cuna del Libertador.

            Había llegado a la cima. Entre canciones y retazos de poemas, su mirada pudo contemplar a una Caracas hermosa, gigante, sin igual. Ya desde la cima no se vía la pobreza, ni las calles sucias. Era distinto. El humo de los carros se convirtió en brisa fresca, mastranto de flora y vegetación. Las casas de los cerros las veía hermosas. Los edificios arropaban con majestuosidad las diminutas autopistas que no develan que hay colapso. En las alturas es diferente, como “la vedla tendida a las faldas del Ávila empinado, odalisca rendida a los pies del sultán enamorado”, estrofa que Juan Antonio Pérez Bonalde, dibuja en su poema Vuelta a la Patria, (1875).

            Una fotografía en el atardecer que va cayendo. Una despedida y el inicio del descenso. Arriba, quedó lo mágico del cerro el Ávila, creador de una Caracas diferente desde las alturas. Abajo, está la esencia, la realidad que se debe enfrentar para poder cambiarla., el valor humano y la disposición de quererla más.

            Reproduciendo: Cerro Ávila. Álbum: Cosas de todos los días, (1983). Intérprete: Ilan Chester: “Y digo yo, vas regalándole al día carga de buena energía, vas haciendo más humano mi sentir y mi cantar”. Minuto 2:02. Apagar reproductor de sonido.

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