Cuando se viaja al exterior se conoce un mundo totalmente distinto. No es un viaje a la luna, tampoco a Júpiter, es tan solo un viaje entre nubes, pero que traslada a una tierra que pareciera ser otro mundo, uno paralelo y lejano al que vivimos. Sea cual sea la condición del país de origen -si es feo o bonito, si tiene problemas o no- siempre nos encontramos con cosas extraordinarias, y más en el caso de Venezuela -que como bien se sabe- frente a otros países, en cosas particulares queda diminuta o simplemente, para cambiar el término, está por debajo de otras naciones.
Aclaro rápidamente mi apreciación en cuanto a las líneas anteriores. Aun siendo nacionalista y amando a mi país, reflexiono mucho cada vez que viajo a otras tierras. ¿Y por qué en Venezuela las cosas no funcionan así? Me vienen siempre a la mente las mismas ideas y respondo automáticamente: no es porque Venezuela económicamente es del tercer mundo, es porque lamentablemente la mentalidad del venezolano es del tercer mundo.
En uno de mis viajes, pude apreciar como una señora al llegar al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, aquí en Venezuela, discutía con una señorita que trabaja en inmigración. Noté como entre insultos la persona se negaba a pagar el impuesto que se le cobraba en aduana por exceso de “ropa nueva”. Y es que la indignación que esto causa es inmensa, da rabia, es verdad. Pero ¿Por qué cuando en inmigración en Estados Unidos por ejemplo, nos dicen que nos someterán a una serie de preguntas para ver si aceptan nuestra entrada al país, no decimos nada, simplemente callamos –y bien nerviosos- hacemos todo lo que nos piden? ¡Fácil! Porque sabemos que en países como esos, no podemos comenzar a insultar a los oficiales de inmigración, ni mucho menos negarnos a que hagan con nosotros, lo que allá es un riguroso procedimiento para poder entrar al país. Todo esto tiene que ver con el orden, el respeto y el rigor de estos procedimientos en los diferentes países.
Pero esto no es todo. Personalmente nunca he presenciado en ninguno de los aeropuertos de los países que he visitado, a personas peleando justo en la entrega del equipaje. Pues, pisando el aeropuerto de Venezuela a las seis de la mañana, es lo primero que te encuentras. Peor aún, saliendo del aeropuerto ves como un conductor se monta por encima de la acera para cómodamente organizar su equipaje. Pero le aseguro que usted ni loco arma una pelea en el aeropuerto de Estados Unidos, o Brasil, o algún país de la Comunidad Europea; mucho menos violaría las leyes de tránsito. ¿Por qué aquí sí?
No pretendo responder la última pregunta. Esto lo dejo como reflexión a los que lean esto. Por mi parte, pienso y lo expreso abiertamente con mucha pena, que el lema “Venezuela ahora es de todos” realmente esta siendo utilizado por la población. Es de todos porque hacemos lo que nos da la gana con las leyes, es de todos porque donde llegamos queremos mandar, y sobre todo, es de todos porque creemos que ese “poder” que el lema nos otorga, nos hace grandes para imponer la cultura de la violencia, la intolerancia y el desorden. Mientras Venezuela “sea de todos”, y no existan leyes que nos organicen y nos hagan cumplir esas normas, seguiremos viendo este tipo de cosas.
Resalto, no debe confundirse orden con opresión, son dos cosas diferentes.
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