Translate this blog into your own language

jueves, 16 de junio de 2011

El martes en la camionetica: una historia real sobre la realidad venezolana

La tarde del pasado martes venía en la camionetica desde la Universidad hacia mi casa. Como siempre, no cabía una persona más, porque como es de costumbre los conductores de este medio de transporte en Caracas, no se dan cuenta que la unidad está a explotar y siguen montando gente.

Las seis de la tarde en Caracas se caracteriza por dos cosas: las colas, y ¡las mega colas! A pesar de eso, precisamente ese día no había tanto tráfico. “Señor, déjeme en la parada”, dijo una muchacha que venía sentada a mi lado. Acto seguido el conductor se detuvo. En ese momento ingresó a la unidad un hombre de más o menos 26 años, vestido de pantalón y chaqueta, quien pidió al transportista unos minutos. Yo dentro de mí dije: “Ya llegó el primero a pedir real”, lo que yo no sabía, es que minutos más tarde me tragaría esas siete palabras completas.

Nunca había escuchado a una persona cuyo discurso fuera tan perfecto. Este no era otro del montón de personas que se suben a las camionetas a decir que vienen saliendo de la cárcel, y que quieren dinero para comer. Nada de eso, este era un hombre culto, perfumado y con cara de buena gente. Él mismo dijo que esa no era su forma de sobrevivir porque tiene su trabajo, mostró sus credenciales de estudiante universitario, y aclaró, agradeciéndole a Dios, que él no tiene necesidades económicas mayores. Tras escuchar esto, mi mente comenzó a darle vueltas al porqué entonces de su discurso, por cierto perfectamente pronunciado.

La historia que contó este hombre no tenía nada que ver con pedir colaboración. Su discurso era para contarnos acerca de una historia realmente triste. Tres de sus familiares fueron asesinados durante el mes de mayo de éste año. Tras contarnos la triste realidad que no vive solo él, sino el resto del país por los altos índices de inseguridad y violencia, dijo algo que me pareció sumamente importante: “Yo no busco aquí la compasión y las lágrimas de ustedes, yo solo busco con esto que los venezolanos nos demos cuenta de la realidad que estamos viviendo”. En ese momento en la camioneta se armó un debate, tal cual como uno de esos en la Asamblea Nacional. Todos, hasta el mismo conductor expresamos estar de acuerdo. Pasaron pocos segundos, y este hombre no identificado, se bajó del autobús deseándonos buenas noches.

La inseguridad y la violencia en Venezuela son el ‘Padre nuestro’ de todos los días. Ninguno de nosotros estamos exentos de vivir situaciones como las que este hombre contó en la camionetica el martes en la tarde. Estamos convirtiéndonos, si ya no lo somos, en una sociedad violenta, inhumana y déspota. Son difíciles las soluciones que los ciudadanos podemos brindar al asunto, pues considero que esto recae totalmente en las manos de los cuerpos de seguridad de la Nación, pero claro estoy en que ¡Necesitamos ser más humanos! Necesitamos que el hombre pobre, el del barrio y el de la sociedad media sea menos violento, menos agresivo, pero además, necesitamos mantener a la población trabajando, porque cuando la gente está ocupada y obteniendo ganancias económicas, bajan los índices de pobreza, y por ende los índices de inseguridad.

Finalmente, éste artículo no pretende ser una denuncia social, mas bien creo que contando historias reales como éstas, las personas que lo leen se darán cuenta de que si existe gente que utiliza parte de su tiempo para alertar a la sociedad, tal y como lo hizo el hombre del martes pasado en la camioneta

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios, aplausos o abucheos son recibidos. Al comentar colaboras con la mejora de mi formación profesional.