Gracias a los estudios de los norteamericanos Richard Blander y John Grinder, conocemos hoy día la programación neurolingüística. La misma es un conjunto de procedimientos, destrezas y herramientas que resultan muy útiles en cualquier situación de interacción humana, es decir, cuando trabajamos con personas, relacionándonos y comunicándonos con ellas. Se trata de un conjunto de técnicas que a través de tres sistemas de representación (auditivo, visual y kinestésico) determinan las señales de acceso –verbales y no verbales- de los individuos.
Para saber si nos mienten o no, me reservaré en explicarte solamente las señales no verbales, específicamente los movimientos oculares. Sí, movimientos oculares. Con el movimiento que realiza una persona en sus ojos en el momento en el que le preguntamos algo, podemos descifrar –poniendo mucha atención- si lo que nos expresa es construido o recordado.
Por ejemplo:
- A: ¿Qué hiciste ayer, mi amor?
- B: (Mirada hacia arriba a la derecha)… Fui a casa de mi abuela.
Cuando una persona realiza un movimiento ocular hacia arriba a la derecha, posiblemente este construyendo una idea, es decir, sin tener base en algo vivido y experimentado, comienza a construir una idea totalmente inverosímil. En este caso “B” le estaría mintiendo a “A”.
Por el contrario, cuando la persona realiza el movimiento ocular hacia arriba a la izquierda está recordando, es decir, transmitirá algo que es verosímil, que es verdad.
A mí no me culpen. Culpen a los creadores de la programación neurolingüística, ellos son los culpables del desmantelamiento de muchos casos de mentiras desde el momento en el que leas esta nota.
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