Despertador, cama sin arreglar, calentador encendido, ducha abierta, cepillo de dientes, pantalón y camisa, arepa con carne molida y queso, llaves, ascensor, calle... Ese puede ser el principio de un día común en mi vida, de lunes a viernes, por supuesto. En las mañanas uno siempre se despierta como si estuviera en una escuela militar. Todo lo haces corriendo cuando tienes que salir temprano, como si huyeras de algo, como si alguien te persiguiera.
Lo cierto es que la dinámica de vivir en Caracas resulta ser arrolladora para quien no está acostumbrado, pero a la larga –muy a la larga- disfrutas de ella. Si, disfrutar, porque muy personalmente me causa gracia ver todas las cosas que a diario uno puede observar en la Gran Caracas.
Mujer con el pelo fucsia, hombre con hojas de laurel en las orejas, santeros con pulseras de piedras de colores, niños llorando, niños eléctricos, gente que pelea, la estación “Plaza Venezuela”, la transferencia de la línea tres, los empujones, el aire frío, la UCV, los perros, el hombre que reza en el medio del sol, el señor que trota, la que va llorando…
Y eso es sólo en las primeras dos horas del día. Cuando llego a la Escuela de Comunicación Social: la saludadera, el libro de historia, las guías para mañana, ayer en la noche, el periódico, los neuróticos, la puerta principal, las escaleras, salón C1, la espera, la profesora, la clase, el reloj, hambre de nuevo, fin de la clase, escaleras, aire libre, olor a cigarro…
Uno puede hacer millones de cosas en el día, pero siempre existe algo que marca cada momento, como cuando es medio día y me regreso a mi casa: chao a todos, Plaza Venezuela, el que vende correas, el que vende lentes, dolor en los pies, sudor, entrada al metro, dirección Palo Verde, los últimos vagones, la silla desocupada, la doñita que se monta, el otorgamiento del puesto, el hambre que ataca, el ruido del metro, las escaleras mecánicas, el autobús, el calor nuevamente, “en la parada por favor”, no puedo más, el edificio, el ascensor, la puerta de la casa, agua y jabón, etcétera, etc., etc…
*Esta nota toma aspectos de la obra “Ser” de Luis Britto García. (Recomendada)
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