“¡Secuestraron a Alma Máter!”, grita alguien entre el
bullicio y el despilfarro de energía: gritos y lamentos, groserías y
decepciones. “Es verdad, la secuestraron”, confirma un amigo cercano que ha
comido las tres papas a su lado durante cuatro años. Un señor, que ya cuadruplicó
más de 10 años de vida, reconfirmó la noticia. “La suma que piden es gigante,
inalcanzable”, dijo apenado. Como en todo secuestro, muchas manos pudieran
estar involucradas en el acto. Se sospecha de varias, ocultas y enmarañadas.
Ha pasado un día. El olor a grama recién cortada se
siente pero se extraña al mismo tiempo. El tic tac del enorme reloj que acostumbraba
lucir no se escucha. Es como si algo dijera a gritos que Alma Máter está muriendo,
aunque ya llamaron los bandidos, los secuestradores. “¡¡Pero ¿quién la
secuestró?!!, gritó una señora –pelo corto, cara larga- desesperada, negada a
creer en la realidad.
Entre electrocardiógrafos y voces de gente enferma, se
escuchó el latir de lo único que pudiese estar funcionándole a Alma Máter: el
servicio hospitalario, esas ganas de ayudar a los enfermos aunque sus recursos
son escasos.
47 mil 593 jóvenes la extrañan. Otros 8 mil 710 claman por
verla de nuevo, pero no tienen cómo pagar el rescate. Más bien la desaparecida
y ultrajada, les debe a ellos. La solución es el dinero, siempre será el dinero.
A veces será el pago y el beneficio.
No todos brindan apoyo ¿Quiénes son los familiares? ¿A quién
le duele su desaparición? Nadie llora pero todos lo lamentan. Se esperan
llamadas, correos electrónicos, mensajes de texto, información en los medios...
─ Nada, nada que se comunican.
Se seguirá esperando con el temor de que se la lleven a donde
solo hay sombras. Si eso llegara a pasar, ya nada sería igual: las sombras
vencerían a la casa. Alma máter habría muerto.
De repente suena el teléfono. Inesperada llamada.
Temblores de manos y sudor mortificado. “No vamos a negociar, Alma Máter está
muy bien con nosotros”. Colgaron el teléfono. Alguien se secó una lágrima y
dijo: “la lucha es luchando, Alma Máter está muy joven y no puede morir”.
Ya algunos empezaron a luchar
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