11:06 de la mañana. Exactamente a esa hora. La Plaza Venezuela estaba a reventar. No cabía nadie más. No estábamos todos los estudiantes de Caracas, pero había un gentío. Inició el recorrido. Me persigné, me encomendé a Dios. Encomendé esa marcha a Dios. Luego, en la noche, me di cuenta que Él nos cuidó hasta que la maldad y la violencia abarrotó el lugar, hasta que los dedos apretaron el gatillo y en las calles ardió la candela. Sin embargo cuidó a muchísimos de los miles que caminamos ese día. Doce efe. Pasó a la historia, a mi historia.
En el recorrido no pasó nada extraño. Nadie corrió, nadie buscó camorra. Fue pacífica, muy pacífica la marcha. Las consignas eran diversas y retumbaban en la avenida México. "¡¡QUIÉNES SOMOS; ESTUDIANTES; QUÉ QUEREMOS; LIBERTAD!!". Más allá de eso nada. Mandarinas, mango, "el-agua-el-agua", "el chupi, el chupi". Estudiantes y consignas, nada más.
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A las 12:45 por lo menos yo ya estaba en Colegio de Ingenieros. Los de atrás, allá lejísimo, no tenían vista frontal al edificio del Ministerio Público. Yo sí.
Fue la primera vez que me uní a una marcha estudiantil. ¿Miedo? Sí, bastante, para qué voy a mentir. A diferencia de otros estudiantes yo no lo daba todo en ese momento, en ese lugar.
Iba contando las estaciones de metro por las que pasaba: Colegio de Ingenieros. En esta no, en la próxima me salgo. Bellas Artes. No vale, estoy ya cerquita de la Fiscalía. Colegio de Ingenieros. Ya llegué hasta aquí, ahora sí, ya me voy, ¡la verga!, aquí se puede prender el verguero. No me fui sino hasta las 3:46 de la tarde.
***
En toda la marcha no me separé del señor Igor, el papá de una amiga de la universidad. Veía en él experiencia. Quizás sí, quizás no. Lo acompañé y me acompañó.
- ¿Y qué hace uno si aquí se prende un peo? -le pregunté.
- Corres. Pero si ves que está muy cerca y lanzan lacrimógenas, agáchate- me dijo Igor.
- Agarra una concha de mandarina de esas y tenla en el bolsillo. Si ves que hay lacrimógenas ponla debajo del trapo y tápate la cara -me recomendó una amiga que me acompañaba.
Tenía que saberlo. Soy inexperto en esto de las marchas. Por más que sea tengo recuerdos en mi mente, feos recuerdos, de estudiantes siendo atacados por la policía y batidos, como si fueran olas, por las ballenas de la GNB.
Ninguna de esas estrategias usé. Me mantuve al margen de lo menos peligroso dentro del volcán, dentro del valle de balas que se suscitó.
***
Hubo encontronazos en la concentración de Parque Carabobo. De repente todo el mundo corría. Yo corría también. Eran problemas que venían desde arriba, desde la avenida Universidad, donde estaba Bassil, el estudiante de Mercadotecnia que murió de un balazo en la cabeza. ¡No coooorran!, gritaban cuando todo el mundo comenzaba a correr. ¿No corran? Claro que había que correr. Estaba cerca, cerquitica del peligro, del mismo peligro al que sí se enfrentó Bassil, un héroe del doce efe.
Vi, sí vi como jóvenes con la cara tapada venían hacia donde estaba yo a buscar basura para encenderla. Sí vi, también vi, cuando en un jeep traían a un estudiante herido. Claro que también vi cuando frente a mi llevaban cargado a Bassil. El peligro estaba en Parque Carabobo. En cualquier momento me tenía que ir de ahí.
***
3:47. ¡Llegaron los pacos, llegaron los pacos! Traduje eso inmediatamente al lenguaje poco familiar que manejo. Corrí como pude y me metí en el metro.
Arriba, en Parque Carabobo, se escuchaban los tiros. En ese momento dejé atrás el huracán. Bellas Artes. Colegio de Ingenieros. Después Plaza Venezuela, Sabana Grande, Chacaito... La California. Llegué a mi casa. Gracias, Dios mío.
En la televisión no había nada. El Chavo del 8 en Venevisión, una novela asiática en Televen. Globovisión hacía reportes de las 12 del mediodía. Al rato encandenó el presidente desde Maracay. Twiiter, la solución. ¡A la verga! ¡¡Tres muertos!! ¡¡23 heridos!! Yo estaba ahí. ¡Coño, yo estaba ahí! Mamá estoy bien, ya estoy en la casa. Gracias a Dios, hijo, enciérrate y no vuelvas a salir más.
Capturas de momento
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Externo:
Esta crónica fue publicada en la edición impresa de Últimas Noticias (cuerpo Más Vida; Echa tu cuento p. 7) el domingo 23 de febrero de 2014.
Esta crónica también fue publicada en el sitio Web de Tu Voz del diario Últimas Noticias.
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Esta crónica también fue publicada en el sitio Web de Tu Voz del diario Últimas Noticias.
Jorge tus palabras inundan mi ojos de lagrimas, no estuve alli pero puedo sentir el dolor de mi Venezuela herida, maltratada que pide paz y justicia. Que Dios te bendiga
ResponderEliminarLlega al fondo de cualquier venezolano al que le duelan estas muertes injustas. Creo que a todos los venezolanos. Me alegra verte por aquí. Amén y amén. Beso.
EliminarExcelente, crónica, mi George... Cabe destacar que puedo agregar un poquito a esa descripción, estuve en el momento justo donde se encendió la mecha, aquella chispa que incendió todo Parque Carabobo... Antes de eso vi a los encubiertos, vestidos de negro, planeaban algo relacionado con las esquinas, fue lo que alcancé a escuchar, ubicarse en puntos estratégicos. Los vi irse, fijé mi mirada en la Fiscalía, pero mi inquietud no me dejaba, a diferencia de ti, si he estado en marchas y por lo general siempre hay barricadas de la GNB o policías cerca, ese doce efe, no. Solo podía detectar policías vestidos de civiles, o por lo menos era lo que mi mente suponía al analizarlos fijamente. En fin, cuando volteo hacia donde está el McDonald´s me doy cuenta que hay camarógrafos, sin identificación de ningún canal, grabando la protesta desde esa cuadra, a su vez hacían morisquetas, y decían cualquier cantidad de insultos, por lo que fueron arrastrando estudiantes molestos, quienes exclamaban frente a las cámaras. Así fue, a medida que más cosas decían, más jóvenes se aglomeraban y seguían subiendo... Fue en ese momento cuando comenzó el desastre...
ResponderEliminarYo corrí, en dirección a la Plaza la Candelaria y traté de irme a otras esquinas para visualizar, pero ya estaban los guardias ubicados en todas partes, no dejaban que nadie se acercara a la Av. Universidad... Aun así me quedé, vi cuando la policía cerraba las calles cuando las personas, al escuchar detonaciones, corrían en búsqueda de alguna vía fuera del desorden, vi cuando dejaban, tranquilamente, pasar sujetos armados, vestidos de civiles, hacia la Av. Universidad, y alegaban que eran policías estratégicos, porque sí, mil y una vez pregunté, reclamé y también señoras y señores que observaban el desastre lo hacían.
Luego de vivir eso, llegar a casa, encender el televisor y ver Telesur, simplemente dije: "Tal como lo imaginé, desde el momento en que se subieron a colocar la pancarta en el Ministerio Público... Opositores anárquicos, fascistas".
Excelente. Gracias por construir la parte que le faltó a mi historia, la parte de la que huí. Sí, por miedo. Gracias por leer y dedicar tiempo para este comentario. Beso.
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