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JORGE AGOBIAN / @jorgeagobian
Reportaje publicado el día 14-10-13 en el diario La Prensa de Anzoátegui
Tambien publicado en País agobiante
Desde
la avenida Bolívar de Puerto La Cruz, viene refunfuñando Máximo Fernández. El
señor, quien a paso lento se devuelve a su casa, había empezado a hacer una hilera
humana a las diez de la mañana para comprar tres de los 24 productos de la
Cesta Básica. Son las doce del mediodía y en sus manos solo trae un pañuelo que
pasa incontroladamente por su rostro lustroso. Nada de harina, ni aceite ni
mantequilla.
“¡Persígnese,
hijo, persígnese! Ya ni a los mayores los respetan en esas colas”, exclama el ochentón,
advirtiendo que allá atrás, donde pasó dos horas encolado, la gente se había enfurecido.
Al parecer, algunos utilizaron ciertas habilidades para meter a uno, a otro y a
otro en la cola. Sucedió lo que hace varios años ocurría y nadie decía nada: se
“pasaron de vivos”. En lenguaje común, se colearon.
El
escenario a las afueras del supermercado fatiga solo al contemplarlo. Mujeres,
hombres y niños están postrados con diferentes poses, en su mayoría, de brazos
cruzados y con la frente ceñida. Algunos aprovechan el momento para socializar,
pero otros, tambalean sus piernas a la espera del preciado turno. Se escuchan
gritos y reclamos. “¡Epa, epa!, el de amarillo se está coleando”.
Eso
es en el abasto, pero en la esquina, en una entidad bancaria, hay tres colas.
“Una es para el cajero automático y las otras dos son para depositar”, explica
una de las encoladas. “Lo que pasa es que hoy es día de quincena y esto se pone
así, súper full”, agrega.
En
los últimos años se ha acentuado el fenómeno de las colas en Venezuela. Tomar el autobús, ir al cine,
pagar los servicios y hasta ser atendido telefónicamente, representa una
situación agobiante para una parte de los venezolanos. La causa, coinciden los expertos,
es el crecimiento no proporcional de la población frente a la prestación de
servicios y la calidad de estos. Otro tanto de escasez y compras compulsivas se
añade a la lista de causas.
Giovanna
D’ Cools, socióloga y especialista en Opinión Pública, asegura que el
venezolano se ha acostumbrado a realizar filas gigantescas.
“Las
personas se acostumbraron a ese estilo de vida y, desde el punto de vista
socioeconómico y sociopolítico, no es recomendable esa situación para un país
porque hace que merme la calidad de vida de las personas”, expresó.
La
cola más larga que se ha formado en el país durante los últimos años se hizo el
pasado mes de marzo durante el acto velatorio del presidente fallecido, Hugo
Chávez.
Aunque
la hilera humana de más de 7 kilómetros respondía a un acto voluntario e
ideológico de los seguidores del oficialismo, las personas exponían sin quejas
que debían esperar hasta 24 horas para poder ingresar a ver los restos del presidente.
Colas
de diferentes longitudes y duración se presentan en otros espacios. En el
Abasto Bicentenario de Puerto La Cruz, por ejemplo, las personas hacen
maratones de 13 horas para poder adquirir los electrodomésticos que se expenden
en ese establecimiento. Incluso, los consumidores pernoctan a las afueras del
supermercado para poder obtener uno de los 40 cupos disponibles. La mayoría no se
queja de la situación y alega que “hay que acostumbrarse”.
Según
el psicólogo social, Leoncio Barrios, los seres humanos se adaptan a su entorno por naturaleza y, en el caso
venezolano, la situación actual ha hecho que las personas asuman las colas como
parte del día a día.
Enumeran a las personas en las colas | Crédito: Diario El Impulso |
El
especialista aclara que el fenómeno no es un hecho reciente. Asegura que tiene
una data vieja y que forma parte de la “tradición” venezolana porque por lo general,
para realizar los pagos de los servicios públicos y privados, hay que esperar
el turno. Lo que sí es reciente son las largas colas en los supermercados,
destacó.
Calidad de vida
Los
especialistas consultados sobre este tema coincidieron en que las colas
representan un momento de “tensión”. Sostienen que aunque existe gente que hace
“catarsis” durante el tiempo que deben pasar esperando para ser atendidos o
para utilizar un servicio, hay otros que “luchan” y reclaman para evitar
irregularidades. A esos los definen como “vigilantes”.
“Es
cuestión de sobrevivencia. Es una pelea por conseguir el producto, por tener el
puesto del autobús”, explica D’ Cools.
Comenta
además que para entender el fenómeno de las colas no hay que fijar la mirada
sólo en el hecho de gastar tiempo en un lugar, sino también en el contexto
social. “No solamente es el puesto en la cola, es el hecho que la persona está
estresada, que le cuesta conseguir el dinero, además de las frustraciones
personales del día”.
Por
su parte, Barrios sostiene que la “viveza criolla”, esa costumbre de colearse o
agregar más personas en la cola, hace que se active un momento de tensión, de
reclamos, regaños e incluso discusiones.
Sin
embargo, ya se han reportado casos en los que la violencia va más allá de los
reclamos, precisamente en el estado Anzoátegui.
El
pasado mes de septiembre resultó herido un joven en El Tigre, quien se
encontraba desde las 3:00 de la madrugada haciendo una cola para comprar pollo
a precio regulado. Según los testigos del hecho, un grupo de vendedores
informales llegó al establecimiento con intenciones de colearse y el joven
reclamó. El llamado de atención le costó una puñaleada en el estómago.
En
otros casos, explica el psicólogo especializado en asuntos sociales, se utiliza
ese momento como un espacio de esparcimiento y “compartir social” en el que la
gente se descarga de todas sus quejas y desengaños, y al salir de la fila, se
siente “menos pesado”.
Visto
desde cualquiera de las perspectivas, la también directora de investigación de
la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho, Giovanna D’ Cools, considera que la situación ha incidido en la calidad
de vida del venezolano “sin importar distinción de raza, color político, ni
siquiera nivel socioeconómico”.
Súperencolados en los
abastos
A
causa de la actual distorsión en la distribución y venta de alimentos, se han
incrementado las colas en las cadenas de supermercados. Otra causa, es la falta
de eficiencia de los trabajadores de estos comercios.
Según
el psicólogo Leonardo Barrios, existen puntos claves por los que se forman las
agobiantes colas en los supermercados. Entre ellos destacó que hay mayor
dificultad para la adquisición de productos, lo que se traduce en escasez y al
mismo tiempo el aumento de la capacidad de adquisición de los venezolanos.
“Mucha gente hace la cola porque requiere la
compra urgentemente o porque hay disponibilidad de productos que normalmente no
se consiguen en los anaqueles”.
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